
“Antiguamente yo rompía y destrozaba a Shakespeare. Othelo es de una etapa más efectista y comercial de Shakespeare, tiene que ver con Romeo y Julieta, Ricardo III, con las tragedias donde mata gente a lo loco. Medida por medida es de un período de madurez en él, vuelve a la comedia pero amarga, siniestra, donde la risa es una mueca”, dice Gabriel Chamé Buendía, que tras diez años de éxito con “Othelo (termina mal)” estrena “Medida por medida (La culpa es tuya)” en el Teatro Sarmiento, el jueves próximo.
Protagonizada por Matías Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler y Marilyn Petito, lo nuevo de Chamé Buendía cuenta con diseño de vestuario de Cecilia Allassia, música de Sebastián Furman e iluminación y escenografía de Jorge Pastorino. Dialogamos con Chamé Buendía.
Gabriel Chamé Buendía: Porque es el mejor autor de la historia, tiene esta cosa universal y tan contemporánea que no sabemos si él es un genio o nosotros no pudimos evolucionar. Es vigente porque la sociedad no avanza, lo mismo Esquilo y los griegos. Shakespeare lo demuestra de manera poética, es hombre de teatro que genera acciones dramáticas interesantes, entretenidas. Todas las series le roban a Shakespeare, sobre todo las épicas, porque tiene mejores ideas, es simple, concreto y complejo.
P.: ¿Por qué esta obra?
G.C. B: Siempre se hace lo mismo de Shakespeare, entonces tengo ganas de hacer otras, hay 37 obras de él. Hice varias, Trabajos de amor perdidos, Los dos hidalgos de Verona, Cuento de invierno, en Francia hice Cimbelino, que no pude estrenar. En esa búsqueda de obras desconocidas Medida por medida es muy compleja, rara, oscura, contemporánea, habla de cosas actuales como la justicia, la compasión, la desmesura de lo que se dice y hace, con la política, la religión, el abuso sexual, la corrupción, la ética. Es psicológica, tragicómica, escrita durante la peste de Londres del 1600, cuando también había pandemia y los teatros se cerraron. Como ésta, se hizo después de la cerrada de teatros.
P.: ¿Cuáles son esos principales rasgos de su puesta que prometen algo muy original?
G. C. B.: Tiene un lenguaje preciso donde es más importante lo lúdico que la veracidad realista. Si bien a través de las obras intento no irme a mi trabajo de clown, no destruyo la obra, la traduzco en relación a un país, intento respetar la historia, las imágenes poéticas de Shakespeare, pero traduzco. Con mi lenguaje no estoy preocupado por la veracidad sino que sea real, pero el cuerpo, la voz, los juegos que propongo, los gags, hacen que haya entretenimiento visual. Me interesa el ojo además del oído, el teatro es todo junto. Mientras el espectador escucha una historia rara, oscura, muy de políticos de ahora, quiero que sea entretenido y divierta. El juego tiene que ver con esa libertad imaginativa y el placer visual. Manejo un lenguaje chaplinesco, con un gag preciso de relojería.
P.: Evoca a Borges con su frase ‘Hay que tener cuidado con los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos’.
G. C. B.: Me gusta rodearme de genios, Borges es un viejo lobo, gaucho, astuto, que sabía lo que decía. Estas luchas políticas de idealismo son actuales, todos pensamos que la cosa es de una manera, luchamos mucho por algo, y terminamos pareciéndonos al enemigo, algo de eso pasa en política. Si parece bueno puede transformarse en malo. Tiene que ver con lo que pasa con el personaje que es ultracatólico y cree que hay que tener pureza en cuanto a la sexualidad y termina queriendo abusar de una chica religiosa. Esa era una forma de ser feminista en esa época, o se casaban, o eran putas o eran religiosas, estas ultimas eran las que más pensaban y querían cambiar el mundo. Ella es inflexible como las nuevas revoluciones, con sus contradicciones.
P.: ¿Por qué añadió el subtítulo sobre culpabilizar al otro?
G. C. B.: A veces hago subtítulos que dejen un eco. En Othelo fue ‘termina mal’, que es un chiste, acá es ‘la culpa es tuya’, que también lo es, y no por eso hablo toda la obra de eso. Vivimos juzgando al otro y echándole la culpa. Me parece algo muy singular de esta época, donde no hay reflexión sobre nuestras contradicciones. No profundizo respecto del mundo político, de hecho contamos la historia de un Duque de Viena, un lugar corrompido y lleno de prostíbulos, todos enfermos de sífilis, porque al duque nunca le interesó la política sino la vida interior, entonces nadie cumple las leyes. Él simula irse de viaje, se disfraza de cura y ve como reacciona la gente ante aquel hombre que pone para que haga cumplir las leyes. Y el duque se dedica a observar si el poder corrompe al hombre. Lo que le pasa al duque nos pasa a todos, no queremos saber nada y buscamos nuestra paz interior, con tanta terapia no nos ocupamos de los problemas reales de la vida.
P.: ¿En qué se acercan y en que diferencian Othelo y esta?
G.C.B.: Othelo es de una etapa anterior de Shakespeare estas es muy difícil porque no tiene los efectos de Romeo y Julieta donde ella toma el veneno, se desmayaba, todos efectos muy buenos pero aquí no están. Ambas obras se relacionan en las maneras de hacerlas lúdicas, con muchos objetos que hagan el trabajo de escena con los actores, tienen vida como los juguetes en los niños. Construyo con objetos abstractos o quizá hay una mesa o silla pero se usan de otra manera.
P.: ¿Cómo fue el trabajo en el CTBA y el Sarmiento en particular?
G.C.B.: Es difícil trabajar en una institución pública, esta vez tuve la suerte de que me elijan pero hace 45 años hago teatro y otras no me dieron bolilla. Cada diez años hago el San Martín que es algo muy bueno, pero también es muy complejo por la burocracia, con un sueldo modesto que permite que todos pueden trabajar a diario. En el CTBA puedo acceder a excelente vestuario y no tengo que andar con cotillón. Es bueno lo popular del San Martín, el teatro está lleno casi siempre con entradas accesibles. Tiene esos edificios maravillosos, el Sarmiento tiene una poética, una relación con el público, es una sala antigua, con techo de madera, no sabés si estas en un establo o en el antiguo zoológico, eso el publico lo disfruta.
P.: ¿Qué puede decir del apoyo a la cultura desde el ámbito público?
G.C.B.: Hacemos teatro de todos modos, entonces nos apoyan, pero sin ese apoyo también lo haríamos. Sería una vergüenza que no lo hagan. En Europa hay apoyo y eso anquilosa la frescura y creatividad, es relativo, a veces la pobreza puede derivar en mucha creatividad, pero no creamos que porque la cultura apoya a un artista está todo genial, al contrario, el artista tiene que estar muy sólido porque una institución puede destruirte.
Fuente Ambito