
“Para que una obra funcione tiene que haber un arco dramático, no tiene que cobrar sentido recién al final sino durante el transcurrir, tiene que haber un desarrollo. Los actores tienen que ser buenos siempre”, dice Julieta Novarro, fundadora de Microteatro quien debuta como productora en teatro independiente con “Escorpio”, de Julieta Otero, con actuaciones de Sofía González Gil y Miguel Ferrería.
“Escorpio” es una comedia sobre un vínculo apasionado entre una actriz histriónica y decepcionada y un herrero por herencia que no sabe qué quiere de la vida. Ambos conviven en un pequeño departamento que es el ring de una disputa de identidades. Debutó anoche en Espacio Callejón y podrá verse los miércoles a las 20.30. Conversamos con Novarro.
Periodista: ¿Qué le atrajo de la obra?
Julieta Novarro: Nació en Microteatro, se hizo varias veces y siempre sentí que tenía algo especial, una intensidad brutal, esa dialéctica de pareja que al principio no se sabe si son o no son, un universo que me parece super atractivo, el de las parejas. Muchas obras de Microteatro dan para luego hacer largas, pero a veces no aparece el texto. Con Julieta Otero trabajamos en Telefé con Flor Peña y me decía que la estaba escribiendo, hasta que me trajo el texto terminado.
P.: Debuta como productora en el off, ¿qué puede decir de este nuevo rol?
J.N.: Cuando elijo producirla confío en empezar a hacer cosas por afuera de Microteatro donde tenga nuevos desafíos. La obra sigue un relato que condensa distintos formatos: cinematográfico, con un momento onírico; hay algo televisivo, cuando se sientan como en una concesionaria; es muy dinámica y los protagonistas son dos bombas.
P.: ¿Cuándo funciona una obra?
J.N.: Hay dos instancias, una es la lectura y otra la puesta. Hay obras que confío funcionarán desde la lectura, simplemente creo que van a suceder. Para que suceda tiene que ser una obra de teatro no un sketch ni una escena suelta. Tiene que haber un arco dramático, la obra no tiene que cobrar sentido recién al final sino durante el transcurrir, tiene que haber un desarrollo. Los actores tienen que ser buenos siempre, en cine según el plano o en tele con la edición se puede camuflar, es distinto en teatro y más en Microteatro, donde el actor está a 20 centímetros de distancia. Tiene que haber honestidad brutal. Hay una idea de hacerse el gracioso que no va, tiene que haber verdad sin grandilocuencias, a diferencia de una sala grande donde hay que llegar tanto a la primera fila como a la última. Acá hay otra dinámica.
P.: Hay cientos de artistas con textos que quedan a mitad de camino sin materializarlos, ¿por qué?
J.N.: La clave es un buen productor ejecutivo en quien confiar, en este caso es Juan Yacar, quien le encuentra la vuelta y va para adelante, sin ahogarse un vaso de agua y buscando soluciones. Lo que se ve tiene que ser atractivo, no me da lo mismo la estética y tal vez al actor no le de lo mismo el marco. Hay muchas variables pero una importante es que el equipo acepte las diferencias y acompañe. No concibo la vida en ningún proyecto sin equipo, a veces quien escribe, dirige o actúa no lo entiende pero la mirada de afuera es lo que nos salva.
P.: Cuando lee una obra, ¿qué es lo que no puede faltar?
J.N.: Que tenga giros es importantísimo, que tenga verosimilitud, creer que puede suceder, inclusive si es realismo mágico, en ese mundo tiene que tener sentido. Muchas veces hay lindas propuestas pero falla el desarrollo, hay una buena idea o anécdota pero lo interesante debe ser la construcción de ese conflicto.
P.: ¿Qué temas están flotando en el aire que las obras captan?
J.N.: El tema de los signos del zodíaco lo veo en casi todas las obras, alguien dice ascendente, luna, hay algo que le pasa a la gente con la energía que aparece, es algo más holístico. La energía y que las cosas pasan por algo y no por casualidad. También llega mucho material sobre inteligencia artificial y lo que se creía que nunca iba a llegar a amenazar la creatividad. Hoy vemos que llegó a lo creativo y la gente joven tiene eso de pedirle al chat GPT, yo ya me doy cuenta cuando lo usan.
P.: ¿Por qué cree que influencers, publicistas, teatreros y más quieren estar en Microteatro?
J.N.: Porque está muy vivo, porque es una experiencia que no se dilata, es un flash, tiene gran intensidad pero a la vez no se desinfla, uno termina bien arriba. Es un espacio de encuentro y a diferencia de tener una obra en cartel, termina y el equipo baja y se encuentra con gente, hay algo de lo social que abriga y es reconfortante para el que está. No pude ir a Microteatro por algunos meses y cuando volví sentí eso, y si me sigue pasando a mi le debe pasar a la gente. Tiene que ver con lo vivo más allá de la experiencia teatral, tiene un público muy agradecido que no es teatral, que tiene la necesidad de encontrarse y no se anima a otra cosa.
P.: ¿Cómo funcionan las franquicias de Microteatro?
J.N.: Con el de Quilmes no hay vínculo, nos desligamos porque tomaban decisiones que no correspondían. Mar del Plata va muy bien, es una gran apuesta y será sede del Festival de Mar del Plata. Tiene un equipo de curaduría con el que comulgamos. En Córdoba nos mudamos del Cerro Las Rosas porque a los artistas se les complicaba llegar, la idea es estar en el centro en Güemes así que estamos buscando local, que es lo más difícil. Rosario no es nuestro, en España autorizaron a otro grupo a abrirlo siendo que nosotros somos los dueños del formato para Argentina. Es una gran desilusión porque nos esforzamos por hacerle honor a la marca pero por cinco años seguirán ellos y desde España no pueden hacer nada. Sabían que no éramos nosotros. Lo más valioso que ofrecemos en Microteatro es la lectura y devolución minuciosa para que las obras sean distintas aunque convivan casi 30 cada mes. Que la cartelera tenga diversidad.
P.: Volvió a Microteatro tras varios meses de ausencia por la salud y muerte de su padre, Chico Novarro.
J.N.: Todavía no lo puedo creer, espero que suene el teléfono y sea él. No sé cómo se hace el duelo, no estaba preparada, no se fue y dije “qué alivio” como le pasa a otros, luego de ver que sus seres queridos sufren. Tenía 90 años, me queda pensar que me acompaña desde algún lugar.
Fuente Ambito