
“Todos los personajes femeninos fuertes salen de otros personajes conocidos, como puede ser Antígona, escrito hace más de 2.500 años…”, dice Juan Alvarez Prado, director del musical “Mujercitas” que se presenta los miércoles en el Paseo La Plaza.
Protagonizado por Déborah Turza, Macarena Giraldez, María Florencia Zapana, Aldana Eve y Carmela Barsamián, surge de la novela de Louisa May Alcott, leída por seis generaciones y que en esa versión se canta, con diez actores y once músicos en escena. Dialogamos con Alvarez Prado.
Periodista: ¿Cómo encara esta historia del 1800 desde el revisionismo actual?
Juan Alvarez Prado: Es una temática muy vigente y eso lleva a que se siga haciendo con una nueva manera de mirar, sea el libro o las películas. No deja de ser la historia de una mujer que se niega a ser encasillada en lugares típicos y lucha por su versión de lo que es la rebeldía, lo que quiere para sus sueños, vida e historia. Con valentía se anima a reescribir los mandatos y toma las riendas. Pero hay una manera nueva de mirarlo porque las luchas y las conquistas son distintas hoy.
P.: ¿Qué hay del contraste entre estas cuatro hermanas?
J.A.P.: Fue interesante el casting porque cada una plantea un color muy pleno. La obra funciona si cada una tiene una individualidad que haga que las escenas mantengan el conflicto. Son cuatro personalidades distintas, Meg la mayor, quiere tener una familia y está decidida a cerca de que la vida familiar que es su anhelo; Joe quiere trascender y dejar algo más allá de ella y lo encuentra con la escritura; Beth es descripta como un ángel y por lo tanto está al servicio del resto y en su corta vida encuentra la forma de modificar a todos los que la rodean y Amy está más arraigada a avanzar socialmente, siendo una chica que nació en un contexto de guerra y al ser la más chica no vio el mundo que conocieron sus hermanas.
P.: ¿Como las marcó el padre ausente y ese perseguir sueños en aquellos años?
J.A.P.: Marca la época y no sólo la casa de ellas, un mundo en guerra donde la figura paterna no formaba parte de la dinámica diaria, sea vivo o muerto. Creo que las determina en la unidad de ellas para enfrentar al mundo. Saben que quizá solas es difícil y funcionan como un bloque para apoyarse y dejar que las otras puedan crecer.
P.: Con la explosión de Barbie que cuestiona un prototipo de mujer perfecta, ¿llegan historias y heroínas nuevas que se rebelan contra los mandatos antiguos?
J.A.P.: Todos estos personajes femeninos fuertes salen de otros personajes conocidos. Joe March termina siendo alimento para la idea de la mujer empoderada y luchando por sus sueños. Nuestra manera de enfocarlo hoy apunta que el personaje pueda unir a las tres generaciones de mujeres que vienen a ver la obra, la abuela, la madre y la hija. Ella representa los valores vivos en esas generaciones y las anteriores también. Plantea una unión y no una división generacional de como mirar la valentía. Es una super heroína para cualquier mujer.
P.: ¿Cómo trabajó la puesta?
J.A.P.: Joe cuenta las historias que escribe y por lo tanto la obra tiene algo lúdico y teatral porque quería que la obra estuviera teñida por lo que pasa por la cabeza de esta mujer creativa. El trabajo de vestuario ayudó a establecer una época que es necesaria para darle contexto, la escenografía apuntó a algo sintético, moderno, novedoso, que lo pudiera traer a la actualidad, sumamos la banda en vivo que propone una idea de que esos instrumentos tienen la madera y calidez de la época con sonoridad moderna. Las canciones son post 2000. El trabajo de dirección a veces es encauzar que todas esas áreas puedan crear y convivir.
P.: ¿Cómo ve la escena del teatro musical?
J.A.P.: La manera de mirar qué pasa en la escena local es ver qué pasa en el off que está desbordando al on, al comercial, hace años que hay grupos creativos argentinos que generan identidad propia ya sea reversionando obras de afuera como Mujercitas pero con nuestra idiosincrasia. No tocamos el lenguaje ni la sacamos de contexto pero sí la aggiornamos en cuanto al idioma teatral. Hay grupos que con su impronta se están adueñando del género, por momentos estamos encaminados, otras veces sentimos que el intérprete de teatro musical tiene que ser un actor con excelencia en canto y danza, muchas producciones lo logran. Eso ayuda a que el género termine de ser creíble y que el público no sienta que los personajes cantan sino que es la manera de expresarse y que sea orgánico. Hay que apuntar todavía un poco más a mejorar eso.
Fuente Ambito