
Durante los encuentros del mundo del arte circulan opiniones positivas sobre la elección de la artista Luciana Lamothe (1975) y la curadora Sofía Dourron, integrantes del envío de la Cancillería argentina a la 60° Bienal de Venecia que se inaugurará el 24 de abril de 2024. La propuesta de Lamothe implica el montaje de una instalación con un costo de alrededor de 100.000 dólares. La obra se relaciona con el tema “Extranjeros por todas partes”, elegido por el curador general de esta bienal, el brasileño Adriano Pedrosa, director artístico del Museo de Arte de San Pablo.
Las imágenes de la futura obra que Lamothe realizará en los 500 metros cuadrados del pabellón argentino ubicado en los Arsenales, ostentan el estilo personal y único que reveló la artista desde que levantó su primer monumento en la Beca Kuitca: una poderosa estructura de caños y maderas. “Ojalá se derrumben las puertas”, se llama el proyecto. Y si bien el título está tomado de un verso de la poetisa y artista Elba Fábregas, este acercamiento a la poesía no coincide con cierta aridez del texto. Allí explican que la instalación posee cuatro módulos ortogonales transitables construidos a partir de tubos para andamios. “Sobre cada una de las estructuras se suspenden cintas de madera terciada cuyas curvaturas están dadas por la tensión que ejerce sobre ellas el peso mismo de los materiales y de los objetos que alojan. Cada estructura opera como soporte para las cintas mientras que estas sostienen a los cuerpos que las transitan además de a una serie de objetos que encarnan los ciclos de la madera”.
El historiador del arte y curador Roberto Amigo se resiste a brindar una opinión. “La obra de Lamothe se percibe recién en el espacio”, observa. Pero como buen conocedor de sus trabajos, agrega: “Siempre funciona”. La ausencia de una descripción de la poética de Lamothe que, pese al rigor de los materiales industriales, está siempre presente, se debe a la “demanda un discurso teórico”, como aclara Amigo. Acerca de la poética del vértigo de Lamothe que la lleva siempre al límite, el curador aclara: “No deja de construir paisaje. El límite de lo material, es el paisaje, lo sublime y el abismo”.
Los artistas consideran que es un acierto de esta elección. Lamothe tiene una capacidad especial para doblegar los materiales y dominar el espacio.
Lo cierto es que el pabellón que por comodato posee la Argentina, es amplio y está bien ubicado, aunque a su formato angosto y largo se le debe buscar la vuelta. No es un lugar fácil. Y la responsabilidad es grande. Las esculturas del genial Juan Carlos Distéfano, al igual que la instalación de Mariana Tellería, fueron devoradas por el espacio, a pesar de ser obras estupendas.
Con pocas palabras, la lúcida artista Laura Ojeda Bär, manifiesta su adhesión al proyecto: “Luciana propone un trabajo descarnado de los materiales, dejando en primer plano fuerzas y tensiones y peligros, lo que dotará de mucha potencia a la experiencia presencial de su instalación en el pabellón argentino en Venecia. Al manejarse en un plano casi abstracto, las imágenes que plantea se disolverán para funcionar como metáforas de temas e interpretaciones tan diversos desde miradas de la ecología, la geo-socio-política o la histórica“.
Durante la presentación de su propuesta en la Cancillería, Lamothe explicó: “La instalación propone una colaboración para sostenerse erguida. Estoy trabajando con pesos y contrapesos, balanceos y espesores. La propuesta es generar un mecanismo en el cual cada parte es fundamental: hay una solidaridad entre los elementos y las estructuras que conforman ese sistema, esa comunidad”.
Cuando menciona la palabra “comunidad”, la geografía de su propuesta establece una relación abierta con el planteo para la nueva edición de Adriano Pedrosa: «El telón de fondo de la obra es un mundo plagado de múltiples crisis relacionadas con el movimiento y la existencia de personas a través de países, naciones, territorios y fronteras, que reflejan los peligros y trampas del idioma, la traducción y la etnia, expresando diferencias y disparidades condicionadas por la identidad, nacionalidad, raza, género, sexualidad, riqueza y libertad. En este panorama, la frase Foreigners Everywhere tiene (al menos) un doble significado. En primer lugar, dondequiera que vayas y estés donde estés siempre encontrarás extranjeros: ellos/nosotros estamos en todas partes. En segundo lugar, que estés donde estés, siempre, de verdad y en el fondo, eres un extranjero».
Los propios artistas que Pedrosa eligió para integrar la bienal del próximo año son, según aclara: “ellos mismos extranjeros, inmigrantes, expatriados, diaspóricos, emigrados, exiliados y refugiados». Allí, en el Núcleo Contemporáneo estarán el extranjero, los artistas de distintas sexualidades, el outsider que se sitúa en los márgenes del mundo del arte, al igual que el autodidacta, el llamado artista folk y el indígena. Además, el sector del Núcleo Histórico con obras de América Latina, África, el mundo árabe y Asia, estará dedicado a la diáspora artística italiana mundial durante el siglo XX, a los artistas italianos que viajaron y desarrollaron sus carreras en el extranjero. Acaso por la falta de diálogo de los argentinos con Pedrosa, el llamativo fenómeno del arte de La Boca estará ausente.
Fuente Ambito