A pesar de la crisis que atraviesa el país, son varios los argentinos que viajan en febrero a ARCO, la Feria de Arte de Madrid, justo cuando la Fundación Juan March, presenta una exhibición especial. “Antes de América”, explora el notable arraigo de 300 artistas modernos y contemporáneos en la estética de las culturas originarias de nuestro territorio. A cargo del equipo curatorial, el argentino Rodrigo Gutiérrez Viñuales, catedrático de la Universidad de Granada, reconoce los valiosos aportes a su investigación de dos teóricos. El primero, Joaquín Torres García, por su labor docente en su Taller; el segundo, César Paternosto, que viajó a la región andina y analizó las cualidades del arte precolombino en textos con la potencia de un manifiesto. Las obras de ambos integran la exhibición, junto a las de Anni y Josef Albers, Rufino Tamayo, Alejandro Puente, Vicente do Rego Monteiro, Barnett Newman, Isamu Noguchi, Louise Nevelson, Roy Lichtenstein y Andy Warhol; Oswaldo Guayasamín, Fernando De Szyszlo, Carlos Mérida, Horacio Coppola, Man Ray, Marta Colvin, Ana Mendieta, Cecilia Vicuña y Roberto Matta; María Freire, Carlos Mérida, Mathias Goeritz y Jorge Oteiza.
Desde hace décadas y a partir del estudio de las afinidades estéticas entre el arte precolombino, el arte de la modernidad y el actual, se vienen realizando exhibiciones pequeñas o parciales. Una de ellas la presentó César Paternosto, autor del libro “Piedra Abstracta. La escultura Inca. Una visión contemporánea”, en la galería Cecilia Torres, en Nueva York, muestra que luego, ampliada, se exhibió en el IVAM de Valencia. Pero “Antes de América”, es la exhibición más completa y extensa. A través de alrededor de 600 piezas de arte moderno y contemporáneo, entre pinturas, esculturas, dibujos, documentos, fotografías, diseño, arquitectura y la diversidad de formatos artísticos actuales, se despliega el mestizaje y la fusión sincrética de un arte donde resuena el lenguaje ancestral de las culturas prehispánicas. Paso a paso, la exhibición se adentra en el territorio americano, vuelve el tiempo atrás y se remonta a los principios del siglo XIX, a los afanes de las expediciones científicas, para emprender después, la búsqueda de lo sublime romántico. Los curadores informan que en esas expediciones surgió “el acopio, la compra o el expolio de objetos y documentos (y en algunos casos su falsificación) y, por tanto, el incremento de colecciones públicas y privadas”.
Entretanto, en los inicios del siglo XX se produjo un retorno a “lo primitivo”, una vuelta clave de la modernidad. “Se trató de establecer y afianzar un clásico ‘propio’, americano”, aclara Viñuales. Y al promediar la centuria aparecen las geometrías prehispánicas en la vanguardia de Joaquín Torres García. “Él y sus discípulos en Montevideo se propusieron recuperar el profundo fondo simbólico de lo precolombino y redescubrir la intención originaria de los creadores del pasado, yendo más allá del formalismo que había caracterizado buena parte de las propuestas artísticas internacionales de los años veinte”. En esta sección se encuentran las obras de Torres García y su Taller, Lygia Pape, Maria Freire o Gunther Gerszo, entre otros. Aparece entonces la inclinación a la talla directa en piedra, la abstracción geométrica y la llamada “abstracción lírica”, vertientes que “absorberán los lenguajes de las artes precolombinas desde sus indagaciones sobre el color y poéticas inspiradas en la idea de lo ancestral. La búsqueda de lo esencial llevará a la invención de signos y ambientaciones con reminiscencias arcaicas”. Allí mismo se enfrentan las piedras talladas por el consagrado Henry Moore junto a la de Magda Frank, artista que realizó la mayor cantidad de obras monumentales en el espacio público de Europa y se recluyó en la Argentina, donde pasó casi inadvertida.
Finalmente, los años cincuenta y sesenta verán, con el advenimiento de la “cultura pop”, la aparición de carteles, cómics, portadas de discos, revistas y libros que insertan alegremente lo precolombino en la cultura popular. Un capítulo de la exposición madrileña está dedicado al área comparativa. “En cierto modo, el final de la exposición es una vuelta a su principio. La museografía hace convivir intencionadamente cerámicas y otros objetos contemporáneos con piezas antiguas. Algunas de estas nuevas creaciones cuestionan aquellas prácticas, las parodian o las denuncian. Y la escultura paródica de Nadín Ospina, artista que aporta humor, es un buen ejemplo. “Antes de América” demuestra la excelencia de un ejercicio curatorial comparativo entre las piezas antiguas que han sido interpretadas, reinterpretadas o apropiadas en los últimos dos siglos. De este modo, la muestra cumple con la enseñanza de Torres García, cuando señala: “Ninguna cultura debe repetirse, pero sí continuarse”.
Fuente Ambito