Gobernadores también esperan la fase 2: pasar del simbolismo a los resultados concretos

Entre las novedades que irrumpieron en la política tras la llegada de Javier Milei al gobierno puede nombrarse el inédito protagonismo de los gobernadores en la agenda nacional. Un protagonismo que, a la vez, llegó de la mano de una reconfiguración del mapa de los liderazgos provinciales, con un reparto más equitativo del poder local. De un dominio casi excluyente del peronismo en el territorio, a una división en tercios: los mandatarios PJ, los de Juntos pr el Cambio (JxC) y los provincialistas. El otro hecho inédito: un oficialismo que no tiene representante en el Ejecutivo de ningún distrito, más allá de las alianzas circunstanciales.

Como nunca antes, y pese a que han quedado fuera de las administraciones apellidos históricos, un porteño medianamente informado puede recitar, sin repetir y sin soplar, el nombre de gobernadores de regiones bien alejadas de un tirón.

En ese escenario, Javier Milei pareció entender la centralidad de los jefes provinciales, al convocarlos al Pacto de Mayo, en el frío tucumano. Y, éstos, por su parte, fueron mayoría en la Casa Histórica, en lo que puede ser leído como el último espaldarazo a La Libertad Avanza (con una firma, es cierto, que los compromete poco). De acá en más, habrá exigencias de gestión y de resultados palpables.

La pregunta, entonces, es cómo sigue la relación entre Milei y los gobernadores. Un vínculo que comenzó tirante, con tensiones, agravios y amenazas, y hoy está en una tregua. El alto el fuego también es una señal: en días de suba del dólar, de desconfianza de los mercados y con la actividad económica hecha trizas, los gobernadores de JxC apelan a que al Gobierno pueda remontar la situación. Hay antecedentes sobrados: si las cuentas nacionales se derrumban, arrastran a las provinciales. Es un efecto dominó.

Liderazgos horizontales

Entre los hechos novedosos, hay uno que no se mencionó. En estas ligas, o lo que queda de ellas -ya que el término “liga” también está en discusión-, los gobernadores no responden a liderazgos nacionales. Este hecho lleva a que haya cada vez más líberos entre los mandatarios. Que sea negocio, en especial para quienes se concentran con recelo y exclusividad en el pago chico, desplegar las banderas de un provincialismo. Máxime con un presidente que es ajeno a todos en cuanto al color de la camiseta.

Un repaso rápido: el peronismo está en un limbo en las cúpulas, y la musculosa liga de 16 gobernadores quedó reducida a apenas 6. No responden hacia arriba, sino que intentan tallar desde allí en la discusión nacional. Una rareza, porque si con el peronismo en el Gobierno costaba que confluyeran en un proyecto nacional, la falta de referencias los pone en un lugar relevante, con la posibilidad de hacer emerger figuras desde una oposición férrea a Milei. Claro está, Axel Kicillof construye desde allí, y también crecieron el riojano Ricardo Quintela y el pampeano Sergio Ziliotto. Confluyen el formoseño Gildo Insfrán y el fueguino Gustavo Melella. El santiagueño Gerardo Zamora reafirma su rol opositor, pero tiene en la mira un partido más próximo: Santiago del Estero y Corrientes son las dos provincias que eligen gobernador en 2025; y a Zamora el localismo del Frente Cívico siempre le rindió frutos, y hasta le permitió colocar fichas en todas las listas.

Los tres mandatarios del PRO se alejan de la discusión nacional. Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut) y Jorge Macri (CABA) intentan que la crisis del sello amarillo no traspase los muros de sus pagos. Gestionan con Patricia Bullrich, avalan el liderazgo de Mauricio Macri, pero en los papeles se manejan con autonomía. La dinámica del partido no es la misma que la de sus gobernadores: el PRO va por los cargos y las listas; los gobernadores por la gestión y los recursos.

Los radicales no acatan órdenes del partido, Martín Lousteau, quien tiene afinidad real solo con el santafesino Maximiliano Pullaro, al que busca hacer crecer para 2027. Lousteau cultiva un perfil crítico, pero entiende que las necesidades de quienes administran un distrito son otras; y que eso, a veces, obliga a sostener puentes.

“No hay liderazgos verticales. Rogelio (Frigerio) y Alfredo (Cornejo) tienen ascendencia. Ellos juntan legisladores. Pero no es lineal, solo levantan la cabeza un poco más”, mencionó un conocedor de esa tropa.

Los diez mandatarios de JxC se unen en especial para ganar fuerza en la negociación con el Gobierno. No comparten las mismas inquietudes y sobreviven en un sello que no los contiene en lo programático. Apuntan, entonces, a no pedir desde el llano. En ese sentido, esperan más protagonismo y un trato diferencial (“que no nos traten como a Kicillof, que se opone a todo”).

Desde esa liga ya pidieron una reunión para que Javier Milei los reciba pronto. La falta de un ministerio de Interior complica entablar canales de diálogo. Guillermo Francos como jefe de Gabinete tiene infinidad de temas en carpeta, y Lisandro Catalán, a cargo de la cartera vacante, tiene rango de secretario. Reclaman cuanto antes una cumbre gobernadores JxC y Nación: será una carta de aviso, una presión para mejorar la velocidad y la eficacia de la gestión nacional. No hay lapiceras para destrabar trámites elementales, ni interlocutores legitimados.

El negocio provincialista

“Hoy todos quieren ser el MPN”, expresaba un conocedor de las sillas provinciales. Lo paradójico es que el MPN justamente quedó fuera de juego en las elecciones de 2023. Si bien es cierto que el gobernador neuquino Rolando Figueroa proviene de esas filas y rearmó su frente con retazos del partido de los Sapag más nuevos aliados.

Así como los mandatarios cambiemitas, si el término siguiera existiendo, juntan fuerza en un scrum con tensiones, los peronistas que abonaron el Frente de Todos o Unión por la Patria se vieron en otra encrucijada. A quienes desistieron de ser opositores les vino mejor arrear la estirpe provincial: el Frente Renovador de la Concordia misionero y el heterógeneo espacio del salteño Gustavo Sáenz son los mejores ejemplos. Son sus propias terminales con la Casa Rosada, sin mediaciones. Un camino similar tomaron tanto el tucumano Osvaldo Jaldo como el catamarqueño Raúl Jalil, a distancia del grupo de los seis, aunque más cerca del peronismo en sus terruños. Llegan solitarios a Balcarce 50 y suelen tener respuesta.

Por su parte, fue consecuente con la estrategia provincialista el rionegrino Alberto Weretilneck, quien optó por el modelo MPN hace ya largo tiempo y no se apartó de esa línea.

Desarrollo, la palabra ausente

Las demandas a Milei empezarán a llegar desde todos los puntos cardinales. Una agenda variada que va desde el financiamiento de las cajas previsionales no transferidas, la promesa de avanzar con obras pese a los anuncios de frenar la emisión que lanzó el Gobierno y diagramar una estrategia de desarrollo. En las provincias creen que ese concepto está ausente del léxico libertario, enfocado en cuestiones financieras, pero no productivas.

Las provincias mineras dieron apoyo al RIGI y esperan que se aceleren las condiciones para activar el potencial del cobre y del litio. Miran con atención los vencimientos de deuda en dólares y esperan iniciativas que partan también desde Nación. También necesitan cuidar el salario público provincial, fomentar créditos a la producción y diagramar también un futuro de rebajas impositivas, como siempre se promete desde Nación, desde tiempos del pacto fiscal de Macri, aunque por numerosas crisis nunca se cumple con los objetivos.

Los gobernadores ven, con preocupación, que el Gobierno desconoce aspectos finos de temas centrales de la economía productiva. Por caso, en el Norte Grande esperan presentar en las próximas semanas un plan de logística integral para conectar con los puertos de Chile. Un aspecto clave para la minería, por caso, y para toda la producción andina, que no recibe aportes nacionales, ni técnicos ni financieros. Trabajo similar se prepara para los trazados fluviales del NEA. Se pulen datos y cifras, participan empresas y provincias. Nadie de La Libertad Avanza.

Si la fase 2 de la administración libertaria ya comenzó, a las encrucijadas de la macro deberá sumar un relanzamiento de la relación con las provincias. Tal vez, con menos simbolismos y más hechos concretos.

Fuente Ambito

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