El olor en esa esquina desafía cualquier barbijo y corta los pulmones como una navaja de goma quemada, cenizas y hierros calientes. Estamos en la avenida 27 y la East Lake
Street, en Minneapolis, Minnesota, y lo que se ve está muy lejos de los prolijos paisajes que suele ofrecer Estados Unidos: está más cerca de una franja de Gaza, o de un Líbano tras un bombardeo. Un escenario devastado por las protestas contra el racismo y la brutalidad policial que estallaron en violencia.
En esta ciudad, bien al norte del país, fue donde se encendió la llama que terminó expandiéndose por todo el país tras el asesinato el lunes pasado de George Floyd, un afroamericano que fue aplastado por la rodilla de un policía blanco por 9 minutos hasta que murió. La furia todavía se palpa aquí y las manifestaciones continúan por las calles de la ciudad.
Al atardecer, miles de personas marchaban este domingo por el centro en forma pacífica con carteles que exigían justicia para Floyd y el castigo para el policía Derek Chauvin y sus otros tres compañeros. Al principio se las veía caminar apretados unos con otros por varias autopistas, desafiando no solo a la policía y la Guardia Nacional sino también a la pandemia de coronavirus. Pero luego comenzaron algunos desmanes. Un grupo de manifestantes se trepó a un camión de combustible, sacaron a la fuerza a su chofer, se subieron al techo y luego comenzaron las corridas con la policía. El incidente no pasó a mayores pero se presume que será una noche complicada.
La esquina de la devastación se ha convertido en un símbolo de la resistencia y el escenario es como de guerra. Ante el edificio de un restaurante totalmente incendiado, del que aún se asoman algunas llamas, los piadosos colocaron un cartel de cartón que advierte “Peligro de derrumbe” y con solo mirar la estructura esta posibilidad se vuelve muy real. También se ve la Estación Policial de Minneapolis totalmente tiznada cuando los manifestantes ingresaron el viernes y quemaron todo. Desde las ventanas se ven restos que parecen haber sido escritorios y sillas.
Hay enorme tensión en el ambiente porque anoche se desplegó la Guardia Nacional que llegó con mano dura. Las marchas que comenzaron de forma pacífica terminaron envueltas en balazos de goma y gas lacrimógeno y con periodistas heridos. A las 19.57 hs, todos los habitantes reciben un mensaje a los celulares que dice: “Alerta de emergencia extrema: Minneapolis está bajo un estricto toque de queda a partir de las 8pm. Váyase a casa o a lugares cerrados seguros. Evite los exteriores”. Unos veinte minutos después llegaron decenas de policías que comenzaron a intentar despejar la protesta cargando contra los manifestantes, pero también contra un grupo de unos 30 periodistas que trabajaban en el lugar a cierta distancia de los que protestaban.
“Por la noche fue un caos en las confrontaciones con la policía. La policía usó proyectiles, gas lacrimógeno y balas de goma no solamente a los manifestantes sino a los reporteros que estaban trabajando, cubriendo la protesta”, dijo a Clarín Miguel Otarola, periodista del Star Tribune de Minneapolis.
La Guardia Nacional está desplegada en todos los accesos de la ciudad y en los lugares donde suelen concentrarse los manifestantes. Pero no sólo en Minneapolis: miles de soldados patrullaban el domingo las principales ciudades de Estados Unidos, tras cinco noches consecutivas de protestas que no parecen aplacarse. El presidente Donald Trump, señalado de atizar la violencia por sus calificativos en Twitter, donde calificó de “matones” a los manifestantes, prometió poner fin a “la violencia colectiva” y responsabilizó de los desmanes a la “izquierda radical” y al grupo antifascista Antifa.
Las protestas también ganaron las calles en Nueva York, Filadelfia, Dallas, Las Vegas, Seattle, Des Moines, Memphis, Los Ángeles, Atlanta, Miami, Portland, Chicago, e incluso la capital Washington, donde hubo violentas marchas con incendios muy cerca de la Casa Blanca. Unos 5.000 soldados de la Guardia Nacional fueron desplegados en 15 estados, y en el Distrito de Columbia y otros 2.000 están listos para intervenir de ser necesario. Minneapolis, donde comenzó todo, continúa en vilo
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