Primavera de 2018. Un corazón aparece bajo un puente de la M-30. Y otro. Y otro más… La ciudad se llena de corazones. Corazones en las medianas. Corazones en las señales. Corazones
al norte, al sur, al este y al oeste. Corazones en lugares inverosímiles. Corazones en filas o columnas. Corazones por todas partes. Los muros de la urbe ya no son tan grises. Los colores brotan, florecen donde solo había asfalto. Las redes sociales comienzan a hacerse eso. «Quién se esconde detrás de tamaña genialidad?». El grafiti se humaniza. Tiene nombre, pero no rostro: «El Cupido de la M-30». Nadie sabe nada. O eso creen sus admiradores. Varios de ellos reciben misteriosas cartas como muestra de agradecimiento. «Alicia, gracias por tus bonitas palabras en Instagram. Me alegra saber que mis corazones te hacen sonreír y me anima a continuar pintando para alegrar el día a muchas más personas». ABC contacta con dos de las destinatarias. Están emocionadas, felices, sorprendidas. «Da igual que sea un día feo, llueva o estés cansado; los ves y entonces todo lo malo se relativiza», coinciden casi al unísono. 7 de junio de 2018: «Se busca al Cupido grafitero de la M-30». El artículo dimensiona la obra. Diversos medios reproducen la historia. En la tele, un reportero se aposta frente a una hilera de corazones. Al día siguiente de salir impreso en este diario, siete corazones, con los colores de la bandera arcoiris, aparecen delante de la sede de ABC. Casi dos años después, la medianera de la A-2 aún late en todo su esplendor. Casualidad o no, los meses pasan y una carta llega a la redacción. «Gracias por tu artículo en ABC. Gracias por dar mayor notoriedad y alcance al mensaje. Un mensaje simple y directo de amor y felicidad. No pretende más (aunque sé que es mucho) que lograr hacer sonreír a quiénes ven estos corazones y poder dar una pizca de alegría para dar un mundo mejor», se puede leer en la misiva, sin remitente, enfundada en un bonito sobre gris, con el trazo inconfundible del peculiar artífice. La leyenda, como no podía ser de otra forma, se diluye. Hasta el 20 de marzo de 2019. Ese día, la Policía Nacional hace pública la detención de siete grafiteros, entre los que se encuentra Sandra, de 22 años, y conocida en el mundillo por sus firmas «Love» y «Love pink». El propio Cuerpo relaciona a la joven con al menos tres incursiones al Metro, dentro de la oleada vandálica que puso en jaque a las autoridades a partir de la noche de Halloween. A ello se suma, además, el hecho de que en noviembre de 2018 fuera sorprendida por los agentes cuando dejaba su huella en la M-30, muy cerca de los citados dibujos que lucen en la vía. La agencia Efe la relaciona con la autoría de los cientos, quizá miles, de corazones estampados en Madrid. Los medios reproducen el teletipo. Este diario hace lo propio y publica un artículo titulado «El misterio de “Love pink”, la mujer señalada como el Cupido de la M-30». De nuevo, un repartidor vuelve a dejar una carta en la redacción, esta vez, acompañada de una rosa. Otros medios también reciben la suya. «Soy la persona que pinta los corazones en Madrid, especialmente en la M-30. No tengo nada que ver con la grafitera responsable de la firma «Love» y nunca me han detenido. Mi norma fundamental es no destruir, sino dar color a columnas y paredes grises de hormigón. Nunca vagones ni fincas privadas. Los corazones pretenden dar un mensaje y amor, intentando sacar una sonrisa a quienes los vean», escribe en la postal, adornada por seis corazones, junto al mismo sobre gris. Más de un año después, el Ayuntamiento de Madrid ha iniciado una campaña para limpiar las pintadas de la M-30, dentro de unas labores que englobarán todos los muros y paredes que rodean la vía de circunvalación. El plan, que tiene por objetivo «evitar que sus autores se centren en este paisaje urbano», busca reducir estos actos vandálicos, a fin de aliviar la carga económica que supone su eliminación para las arcas municipales. Y, como es lógico, no hay lugar para distinciones. Pronto, los corazones dejarán de saludar a las riadas de coches que cruzan a diario el enclave. Quien sabe si alguno resistirá. Lo mismo en unos años, uno de esos corazones, corroído y destartalado por el paso del tiempo, se convierte en un símbolo. Ya pasó con la firma de «Muelle».
FUENTE DIARIO ABC: