Y va la tercera. Con otra prórroga, el canje de deuda se estira, mientras se estrecha el margen que habilitan las reservas. Con un drenaje de dólares que persiste, el Banco
Central dispara restricciones a mansalva. Ahora, con los importadores en la mira, que desde hoy enfrentan un cepo reforzado que amenaza con trabar una economía que trata de levantarse.
El BCRA quiere cuidar los dólares y evitar el típico adelanto de importaciones que inducen las expectativas de devaluación, condensadas en la brecha. Una brecha que si bien se redujo un poco no impidió que en mayo la entidad desembolsara unos US$ 1.000 millones de reservas e interviniera con ventas por casi el doble en el mercado de futuros.
Pero de la asfixia cambiaria pueden surgir varios efectos no deseados para la economía real, advierten los analistas. Desde el riesgo de escasez o desabastecimiento hasta el riesgo de take-over para las empresas.
Existen tres nuevas limitaciones para el acceso al mercado del dólar oficial. Las empresas que cuenten con activos líquidos originados en la formación de activos externos deberán disponer primero de esos recursos. No se podrá haber hecho operaciones con “dólares alternativos” (dólar Bolsa y contado con liqui) en los 90 días previos y ni realizarlas en los 90 días posteriores. Y habrá que solicitar autorización si se redujo el monto vigente de las obligaciones comerciales al 1 de enero de 2020.
Jorge Vasconcelos, investigador jefe de Ieral, de la Fundación Mediterránea, lo explica así: “Supongamos que sos una empresa precavida, que armaste un stock de activos líquidos en Nueva York, por un motivo precautorio, pero que están dentro de tu balance. Estos activos son muy últiles como colateral, es decir, como garantía o respaldo en el mundo de los negocios”.
Jorge VacsoncelosFoto: Juan Manuel Foglia
Y continúa: “Ahora, si como proponen las nuevas normas, decidís vaciar esas cuentas, se debilitaría la calidad financiera del balance. Porque una cosa es si sos filial de una multinacional y tenés a tu casa matriz. Pero esto golpea a la empresa local y a la valuación que hace el mercado, lo que la deja expuesta a un riesgo de take-over. Algo parecido vimos después del 2001-2002 con la ola de compras por parte de compañías brasileñas”.
Si la empresa decide no usar sus activos líquidos en dólares y recurrir a la Bolsa en busca de divisas, el riesgo es otro: el de un eventual desabastecimiento. “Claramente se va a tender a valuar los insumos importados a $ 110, no ya al dólar oficial sino al costo del contado con liquidación. Y este encarecimiento del proceso productivo puede derivar en escasez de productos.”, apunta Vasconcelos.
La medida también va a redundar, asegura, en un fenómeno de pérdida de competitivdad del exportador, que muchas veces también importa insumos. “En algunos casos tienen que cumplir ciertos requisitos de calidad de modo que no pueden usar insumos nacionales porque no hay sustituto”, detalla.
Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, aporta: “Autorización para la compra de divisas ya había existido en el cepo anterior pero coexistían con las DJJA. La autorización se retrasaba mucho y los importadores tenían que endeudarse en moneda extranjera en el exterior. El Banco Central dejó una deuda flotante de unos US$ 5.000 millones y se generaron problemas de abastecimiento”.
Y recalca también que los precios acusarán recibo. “Hasta ahora decíamos, las exportaciones y las importaciones van al oficial así que el impacto de la brecha en precios es indirecto porque en realidad tiene que ver con expectativas y comportamientos de cobertura. Pero ahora las importaciones, que son insumos para la producción de no transables y exportables, empiezan a ir a la Bolsa con lo cual tenés un encarecimiento y un impacto en precios. Además de que el golpe a la rentabilidad es durísimo porque siguen liquidando al dólar oficial”.
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