Para muchos ir a la playa es sinónimo de zambullirse en el mar y atravesar las olas. Otros, en cambio, prefieren disfrutar del sol recostado en
alguna reposera. Y hay quienes aprovechan para divertirse en la arena, como los chicos.
Sin embargo, no sólo ellos aprovechan la arena, ya que existe un artista vasco que hace esculturas hiperrealistas que deja a más de uno con la boca abierta.
Andoni Bastarrika jamás imaginó hace una década, cuando pasaba un día de verano en la playa junto a sus dos hijas, que aquella primera escultura de arena de una sirenita sería un disparador para descubrir un talento único.
Andoni Bastarrika tirado en la arena, junto a su tiburón (Instagram/Facebook).
Una mano gigante más que real hecha con arena (Instagram/Facebook).
Un cocodrilo tan real que asustó a más de uno de la playa (Instagram/Facebook).
El pulpo y sus tentáculos, una escultura que requirió algo de color (Instagram/Facebook).
El buen ojo y una increíble habilidad con las manos lo condujeron desde entonces a desarrollar decenas y decenas de obras, de forma autodidacta.
“La arena me fascina porque no importa cómo la mires, siempre te enseñará cosas si estás dispuesto a aprender”, explica Bastarrika en sus redes sociales.
Bastarrika se apoya en un elefante que le demandó mucho tiempo de trabajo (Instagram/Facebook).
La mano del artista se ve tanto en animales como en rostros (Instagram/Facebook).
Andoni y una tortuga que parece muy real (Instagram/Facebook).
Un niño mira asombrado cómo asoma la réplica de un gorila (Instagram/Facebook).
Además opina que los seres humanos pueden reflexionar sobre la libertad, el poder y la sabiduría de los los animales, y que, al igual que la arena, “habría que abrazarse todos para crear un mundo hermoso”.
Bastarrika construye sus asombrosas esculturas en las playas del País Vasco, la comunidad autónoma al norte de España, donde nació y vive.
En las playas de Euskadi, Andoni junto a un imponente toro (Instagram/Facbook).
Tal para cual: el perro reposa junto a una escultura idéntica (Instagram/Facebook).
Una sirena fue la primera escultura de arena de Bastarrika hace una década (Instagram/Facebook).
En la foto, junto a un pequeño felino en la playa del País Vasco (Instagram/Facebook).
El proceso de trabajo arranca con la búsqueda de un espacio amplio, liso en lo posible y un poco elevado para empezar a depositar toda la arena que moldeará.
Además de la arena, recurre a la ayuda de cepillos, plumas o pinceles para crear. También, a ceniza, polvo de carbón o de piedra de diferentes colores. Incluso a fragmentos de vidrio. Y suele adornar sus obras de arte con objetos como cuernos o rocas.
Escena. Un chico y unos delfines en una suerte de caverna (Instagram/Facebook).
Dedicada. Rufo, un perro que tuvo su escultura de arena (Instagram/Facebook).
La gente disfruta de la escultura de un rinoceronte (Instagram/Facebook).
Una cría de elefante parece descansar junto al agua (Instagram/Facebook).
Por supuesto que calcular el tiempo que le lleva cada escultura resulta muy complicado, y depende mucho de su tamaño. Por ejemplo, cuenta que un caballo le demandó 12 horas, mientras que para un elefante tardó dos días.
“Para crear una escultura, participa un número impensable de partículas de arena, abrazándose fuertemente a través de la humedad, para que alguien pueda modelar su unión”, resume Bastarrika, y refleja el portal Cultura Inquieta.
Y cierra con algo de poesía: “Entonces, una vez que el artista retroceda, su pieza quedará a merced de la naturaleza, lo que significa que tarde o temprano el viento los secará y liberará cada partícula, consumiendo lentamente toda la individualidad y autenticidad”
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