Volvimos con un gol de Arturo Vidal cuando aún en Via Veneto no nos habían servido ni el champán. Yo siempre dije que esto de ir a los estadios con la turba
era un exceso, y ahora llamamos distancia social lo que para nosotros siempre fue el lujo. Araujo y Braithwaite fueron las novedades, y también una altísima tensión competitiva en los jugadores del Barcelona, que salieron a por todas como si nada hubiera pasado. Jugar sin público no es tan raro, De hecho, tendríamos que acostumbrarnos a poder hacer las cosas sin estar rodeados de masa amorfa y amontonada. El Mallorca lo intentaba pero el Barça jugaba a algo demasiado rápido y preciso como para que los de Moreno -«os vamos a meter siete», le dijo Messi en su último encuentro- pudieran ya no seguirlo sino simplemente entenderlo. Parecía que los jugadores del Barcelona les hubieran abierto la puerta de la jaula como justo antes de que dé comienzo una carrera de galgos. No era un fútbol perfecto, pero tampoco lo era antes de que nos encerraran; pero desde luego respondía a las expectativas de carácter, de nervio y de ganas que son exigibles a futbolistas de este nivel y que no siempre habían ostentado en los últimos meses. En los primeros 18 minutos Messi había tocado 20 balones. Pronto nos acostumbramos al sonido ambiente sin espectadores, con la narración de la radio. La hora demencial del partido, contraria a los intereses de los periódicos y de los restaurantes, no era en absoluto necesaria porque a partir de las 7 ya no hace calor, por lo menos estos días, en España. Todo lo que podía hacer el Mallorca, lo hacía Take Kubo, que chutó magníficamente y Ter Stegen necesitó sus manos y el palo para rechazar el disparo. Además de la vivacidad del juego azulgrana, contribuía al ritmo del partido el hecho de que en el minuto 27 no se había producido ni una sola falta. Poco a poco los de Setién fueron durmiendo el partido y el Mallorca tímidamente se estiraba. Muy bien el portero alemán, muy concentrado. Kubo insistía en su particular recital y si Bartomeu viendo el partido no se moría de la vergüenza de haberlo dejado escapar, es que como yo siempre he pensado, a este hombre la vergüenza nunca se la han ni presentado. Pausa de refresco a la media hora, parecían necesitarla. El Barça recuperó el aliento y Messi de cabeza -qué gran asistencia, qué bueno es Messi- se la regaló a Braithwaite para que de primeras fusilara a Manolo Reina. Primer gol del danés con el Barça, que sin embargo lo celebró escasamente, como si fuera un exjugador del equipo local. Lo nórdicos nunca fueron unos entusiastas, pero la frialdad del de Esbjerg fue rara. Rakitic entró por Arturo Vidal y mentalmente el equipo desconectó y el Mallorca empezó a encontrar espacios. Luis Suárez entró por Griezmann y lo más notable del partido pasó a ser el peinado de Messi, que ya lo llevaba en la primera mitad, pero durante aquellos minutos fue más remarcable su fútbol. Los locales fallaban estrepitosamente lo poco que tenían, desaprovechando todos los regalos defensivos, que no fueron pocos, del Barça. El aburrimiento gran sentimiento de la segunda mitad, parecía un partido de pretemporada. Más cambios llegaron: Arthur y Semedo entraron por Sergi Roberto y Busquets. Setién administraba los tiempos, daba tiempo a distintos jugadores, y en Via Veneto el champán dejó paso a los gintónics. Todo muy veraniego, más de mitad de agosto que de junio. Tras tres meses sin fútbol, volvimos a acordarnos de lo aburrido que puede ser este deporte cuando el talento se duerme en el cansancio, y el rival es tan poco exigente que ni regalándole el partido consigues darle la menor emoción, ni que sólo sea en el resultado. Podemos vivir sin aficionados, no podemos vivir sin fútbol, pero ni hemos «vuelto más fuertes», ni la pandemia le ha servido a nadie para tener ideas nuevas. Los fulgurantes primeros minutos del Barcelona fueron un bello homenaje a los espectadores, pero luego el partido cayó en el sopor, sin que nada interesante mereciera ni siquiera ser comentado. Alba marcó el tercero en el 78 y Messi aguantó el partido y marcó al final con la derecha y por la escuadra. Hay cosas que por suerte nunca cambian.
Fuente La Razon:
https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-mallorca-barcelona-liga-santander-202006132118_directo.html