Lleva un mono ceñido de entrenamiento, negro, debajo de su vestimenta gris de portero. Botas negras y cordones rojos, colores de su país, Bélgica. Es un gigante humano, o un humano gigante,
pero su envergadura, dos metros reales, que con esas botas se convierten en más centímetros, hace pensar en un ser de otro planeta, en un extraterrestre, una consideración que se acrecienta cuando se le ve bajo una portería. Como decía Eddy Merckx de Miguel Induráin, nunca pudimos pensar que un guardameta de esa altura y de 96 kilos de peso tuviera tanta agilidad y sus reflejos. Sus brazos abiertos parecen tentáculos que succionan el balón. Su rapidez en los disparos por bajo y en los uno contra uno… Ver Más
Fuente La Razon: