La base de Rota es aeronaval: buques, aviones y helicópteros. Hay que tenerlo en cuenta para concluir que esta instalación militar de 2.300 hectáreas y 26 kilómetros de perímetro es la más
estratégica no solo para la Armada, sino para España: como país, como aliado de la OTAN y para su diplomacia de Defensa. Porque es precisamente su aeropuerto, con una pista de cuatro kilómetros de largo, junto al puerto lo que le otorga esa singularidad en el continente europeo. Además, «su situación geográfica -puerta de entrada al Mediterráneo y a medio camino entre EE.UU. y Oriente Medio- o una meteorología idónea hacen de Rota un enclave único en Europa», como destaca el teniente coronel Manuel Pérez García, quien acompaña a ABC en una visita que, más allá de EE.UU. y el uso compartido que hace de la base, pretende desenmarañar algunas de las novedades que aguardan a esta base ideada tras los Pactos de Madrid en 1953 (Franco-Eisenhower). «Rota es ampliable» La primera idea que se nos subraya es que, a diferencia de otras bases en España, «Rota es ampliable». En el sentido estricto de aprovechar los terrenos que están aún inutilizados en el interior de su perímetro. En este sentido, las nuevas fragatas F-110, cinco modernos buques que construirá Navantia en Ferrol (La Coruña) para relevar a las seis de la Clase Santa María o F-80, traerán novedades: «Acabamos de poner la primera piedra del Centro de Integración de Sistemas en Tierra. Se trata de una semi-réplica del mástil integrado de sensores de las fragatas para realizar la integración y pruebas de sensores en un ambiente marino con blancos reales, mitigando de esa forma los riesgos derivados del desarrollo de los programas tecnológicos», nos ponen de ejemplo. Otros proyectos a la vista son el nuevo hangar y simulador de vuelo de los futuros helicópteros NH-90 de la Armada, una dársena para embarcaciones menores y remolcadores o continuar con la instalación de paneles solares emprendida por EE.UU. para obtener más energía fotovoltaica. «No descartamos a medio plazo incorporar de forma notable las energías renovables». Rota es hogar del buque insignia de la Armada, el portaeronaves «Juan Carlos I», de las seis fragatas Santa María (contruidas en los 80) o el Cuartel General de la Flota. Pero no olvidemos a sus Harrier, los aviones de aterrizaje vertical que facilitan la proyección aérea de la Armada allí donde sea demandado a bordo ahora del Juan Carlos I, y antes del extinto portaaviones Príncipe de Asturias. Se trata de una capacidad única que corre el riesgo de perder la Armada: 2030 es la fecha límite operativa para los 13 AV-8B Harrier II Plus de la Novena Escuadrilla. Para ese año, la Armada deberá disponer del caza estadounidense F-35B o no tendrá ala fija embarcada (es el único modelo que puede sustituirle en el mercado). «Básicamente los marines lo dejan de volar en 2029 y los italianos en 2026. Esto hará muy complicado su mantenimiento más allá del 2030», explica el capitán de fragata Manuel Bouza, jefe de la Novena Escuadrilla de Aeronaves. Otra de las novedades en la base es la llegada de ocho helicópteros de transporte SH-60F de segunda mano para la Armada Española, que sustituirán a los «morsa» SH3D Seaking, de la Quinta Escuadrilla, unos helicópetros cuya vida operativa data de mediados de los años 60. Sí, han leído bien, desde los sesenta volando para la Armada Española. De los 18 que se recibieron entre 1966 y 1981 ya solo quedan operativos seis. La Décima (helicópteros SH-60B antisubmarinos y antisuperficie), la Cuarta (aviones de transporte Cessna Citation), la Tercera (helicópteros AB-212 recientemente renovados en su aviónica) y la Sexta con los Hughes de adiestramiento completan la Flotilla de Aeronaves de la Armada a la que hay que añadir la Undécima Flotilla, con aviones no tripulados ScanEagle, con base en la cercana base de Torregorda. Situada en plena Bahía de Cádiz, con entradas por Rota o el término municipal de El Puerto de Santa María, tiene una primera construcción reveladora: un gran autocine blanco, con una inmensa pantalla digna de «Grease». Fue el primero de Europa (véase el documental «Rota n’Roll», de 2017). ¿Y Estados Unidos? Y el autocine nos lleva, claro está, a indagar sobre el asunto estrella de la base: los americanos. Con una presencia de cuatro destructores de la clase «Arleigh Burke», llegados entre 2014 y 2015, estos buques son clave para el despliegue naval de EE.UU. en el Mediterráneo o el Atlántico norte. No olvidemos que desde dos de ellos (USS Ross y USS Porter) la Administración Trump bombardeó Siria con misiles Tomahawk. La presencia de los destructores en Rota forma parte del conocido como «escudo antimisiles» de la OTAN. Su llegada fue acordada por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en octubre de 2011 y finalmente firmado el acuerdo por Mariano Rajoy. Ahora, con el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, EE.UU. puede incluso incrementar su presencia con un escuadrón de helicópteros de ataque MH-60 -«apoyarán y embarcarán en los destructores americanos aquí basados»- y dos destructores más, aunque sobre este último punto desde la Embajada de EE.UU. niegan conversaciones oficiales. Además, la US Navy ha iniciado el relevo de sus cuatro destructores por otros más modernos (el USS Roosevelt llegó en mayo). Y es que en tiempos en los que el Pentágono reduce o reprograma su huella militar en Europa, en Rota sucede todo lo contrario. Interesa más si cabe al Departamento de Defensa. Antes con Obama, quien visitó la base en 2016, ahora con Trump. Precisamente, en uno de esos últimos virajes «trumpianos», el Pentágono anunció la salida de Stuttgart (Alemania) del cuartel general del Africom, el mando militar de EE.UU. para África creado en 2008. Ahora buscan nueva sede en Europa o volver a EE.UU. Según anunció el 31 de julio el general Stephen Townsend: «Llevará meses desarrollar opciones». Y Rota podría estar entre ellas. ¿Por qué no?.
FUENTE DIARIO ABC: