No podía continuar así. Su valor de mercado había descendido totalmente por su comportamiento. No llegaba una oferta de traspaso por él, porque todos dudaban. Decir constantemente que se quedaría a cobrar
los dos años que le restan solo perjudicaba al futbolista, porque dejaba la imagen de solo interesarse por el dinero. Estas palabras del Real Madrid ante Jonathan Barnett revolucionaron la visión del apoderado de Bale sobre el futuro de su representado. Esta es la intrahistoria de un cambio de postura de un gran futbolista vilipendiado por su actitud y elogiado por una calidad que no demostró totalmente por esa carencia de voluntad, enfrentado con el entrenador. Bale se marcha cedido al Tottenham de Mourinho por un año. Vuela hoy a Londres. Bale viaja a Londres, al igual que Reguilón, y ya pasó el reconocimiento médico en Madrid. Hoy hablará con Mourinho, que ya le solicitó para ficharle cuando dirigió al United Bale no habló con Zidane sobre su porvenir cuando se incorporó la semana pasada a la pretemporada del campeon de Liga. No tenían nada nuevo que decirse. El técnico ya le dijo al delantero en el final de la campaña anterior que no contaría más con él. Lo demostró al darle solo minutos en dos partidos de las últimas jornadas de Liga y dejarle sin jugar en los ocho encuentros que cerraron el curso del Real Madrid. Fue José Ángel Sánchez, director general de la entidad, quien dialogó con Barnett para analizar que Bale no podía continuar en el club si no jugaba, pues el descenso de su cotización sería definitivo. Zidane regresó al mando del equipo el 11 de marzo de 2019 y concedió oportunidades al británico que no aprovechó. El delantero volvió a perder la titularidad y el agente del galés cometió el error de manifestar constantemente que Bale se quedaría en el Real Madrid para cobrar sus dos años íntegros. Esas declaraciones se repitieron en el tiempo. Nunca hablaba de rendir, de jugar al fútbol, únicamente de dinero. Y el valor del mercado de «Gareth» descendió paulatinamente. Un agente que únicamente comenta que su futbolista piensa quedarse para percibir los dos años que le restan de contrato aunque no juegue, hace un daño atroz a la cotización del jugador. Es lo que el Real Madrid le dijo a Barnett en una reflexión pausada de la delicada situación. El apoderado sabía que era verdad. Eran ya dos años de desencuentros. Anteriormente fueron las lesiones las que minaron un rendimiento que fue como un Guadiana, con picos excelsos y descensos muy duros por culpa de las recaídas físicas. Veinticinco lesiones ha tenido Bale a lo largo de estos siete años. Pero la trayectoria del número once se convirtió en un problema cuando demostró una falta preocupante de actitud al verse en la suplencia. Esa postura se transformó en una fea constante. Recordemos los fríos aplausos del galés, sentado en el banquillo del estadio de la Juventus, cuando Cristiano anotó aquel golazo de chilena en la primavera de 2018, camino de la decimotercera Champions. Bale no encajaba bien permanecer en la reserva y la relación con Zizou estaba rota. Un ausencia de diálogo que fue patente en la final de aquella Copa de Europa, en Kiev, cuando entró a la hora de partido y firmó dos goles decisivos, uno de chilena, como el del portugués. Manifestó luego que pensaba marcharse. El adiós de Cristiano lo impidió. Desde entonces, Zinedine y Bale eran polos opuestos en el planeta Real Madrid. La animadversión entre el francés y el galés ha pervivido durante los dos últimos años, con las interrupciones de Lopetegui y Solari, nueve meses en los que el técnico argentino no quiso actuar ante la indisciplina del británico, que no salía a calentar cuando le decían o lo hacía de mala gana, porque volvió a ganarse la suplencia. Esa falta de actitud sentó muy mal en la entidad. Una falta de profesionalidad que se agravó con el retorno de Zidane el 11 de marzo de 2019. El francés no le ha permitido ni una más. La relación entre Zidane y Bale era insoportable y el entrenador pidió que se marchara como fuera, cedido o traspasado El antagonismo fue público en el reciente final de temporada que acabó con el título liguero del Real Madrid. Descartado durante ocho partidos, el galés demostró su desacuerdo con gestos inadmisibles en la grada de Valdebebas, estirado en los asientos como si durmiera, riéndose y tapándose los ojos con la mascarilla, brazos, cruzados. Parecía que roncaba. El club blanco meditó un castigo por indisciplina, pero prefirió no realizar una actuación que sería portada en todos los medios y centrarse en conquistar la Liga, para dialogar posteriormente con su apoderado y exponerle que la realidad del caso era insoportable para todos. El director general habló con Barnett y le dejo claro que si continuaba sin jugar cobraría los dos años, sí, pero nadie le querría nunca más en ningún equipo. Y si no obtenía minutos en el Real Madrid su liderazgo en Gales comenzaría a estar en entredicho, con un jugador sin ritmo de competición. Barnett y Bale cambiaron de postura. Debía jugar. Buscaron su futuro. El Tottenham y Mourinho le querían. Y Zidane le quería lejos de Valdebebas como fuera. Fue su petición tras obtener el campeonato español. Bale era nocivo para el ambiente de la plantilla, porque no se integraba al verse suplente fijo. El anhelo del técnico se ha cumplido. Se marcha cedido un año y se le va bien se quedará otro. El Real Madrid se quita el pago su ficha. Tiene contrato hasta 2022. Si Zizou sigue, espera que no vuelva.
Fuente La Razon:
https://www.abc.es/deportes/real-madrid/abci-intrahistoria-adios-bale-202009180107_noticia.html