Supongamos, nada más que eso, qué pasaría si el erótico Juan Ameri se pusiera a revisar la calidad de los implantes mamarios de una asesora durante una sesión presidida
por Cristina Kirchner. Tratándose nada menos que de Cristina Kirchner, sólo ella sabe qué pasaría.
El disparate de Ameri fue el último o uno de los últimos de una semana de disparates sin descanso y mérito. Pero ocurre que ahora aquí no se sabe muy bien qué es mérito y qué no, porque no sólo cargó contra ellos Alberto Fernández sino también el Papa Bergoglio. Se supone que la confusión no es universal: algún mérito siempre tiene que haber.
“Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años”, informó Fernández. Si no es el mérito, ¿qué otra cosa nos hace evolucionar o crecer? ¿Fueron los méritos o los no méritos los que permitieron que Ameri evolucionara o creciera de barra de River a diputado por Salta? Su currículum tiene más bien formato de prontuario. Meritorio, eso sí. Es un violento típico. Militantes del kirchnerista Partido de la Victoria de Salta lo denunciaron por acoso y la secretaria de la agrupación, Laura García, por amenazas. No pasó nada. Ameri es de Banfield y de El Aguante, agrupación K. Su compañera de escena televisada es Celeste Burgos, según Ameri asesora suya. Según la Cámara de Diputados, no.
Ameri es o era también un provocador serial en las redes. “Fueron un gobierno de mierda y hoy son una oposición de mierda, bien parejitos, ¿no?”, escribió en su cuenta de Facebook sobre Cambiemos, que debió cerrar al igual que la de Twitter. Burgos hizo lo mismo.
La carrera, digamos, política de Ameri empezó en River, en su carácter de integrante de la barra de Alejandro “Zapatero” Flores, un jefe histórico vinculado al peronismo porteño. En 2014 consumaron un recordado ataque con facas y palos contra sus colegas enemigos de Los Borrachos del Tablón, en plena confitería del club.
Un ex presidente de River, David Pintado, considerando los méritos o el valor de los peligrosos méritos de Ameri, lo puso en marketing del club. Que no suena a rareza. Por algo se llega a diputado. Ameri estaba desempleado y un mes antes había perdido un ojo por una bala de goma en una refriega con la policía.
Se fue a Salta escapando no se sabe bien de qué. Allí encontró un padrino político en Sergio Napoleón “el Oso” Leavy, que era intendente de Tartagal cuando en 2009 ocurrió un trágico alud que impulsó la visita de Cristina Kirchner, una ayuda financiera y un escándalo posterior con denuncias y renuncias. El Consejo Deliberante lo destituyó pero a Leavy lo sostuvo la Justicia. El lío terminó en 2019 con el peronismo perdiendo la intendencia con el radical Mario Mimessi.
Leavy pasó de diputado a senador y Ameri pasó de suplente de Leavy a diputado. Más grave que el bochorno del zoom es la historia de cómo Ameri llegó al zoom. Y otra prueba de que los políticos no siempre se eligen por sus méritos. Al menos por los méritos que se le deben suponer a un político.
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