El politólogo Mario Riorda y la psiquiatra Silvia Bentolila advirtieron sobre las diferencias que existen en la gestión de la comunicación política ante situaciones de crisis y de riesgo,
y explicaron que en ambos casos “se trabaja sobre la incertidumbre” de la población.
En diálogo con Télam, los autores afirmaron que en el caso de la crisis, la comunicación política busca “aportar certezas” y en las situaciones de riesgo pretende “alertar a las sociedades sobre peligros y amenazas”.
Riorda, especialista en comunicación política y de crisis, y Bentolila, médica psiquiatra experta en emergencias y desastres, son autores del libro “Cualquiera tiene un plan hasta que te pegan en la cara. Aprender de la crisis”, de editorial Paidós.
Los autores, entrevistados por Télam, coincidieron en advertir sobre la existencia de “mala praxis” en la comunicación ante situaciones de crisis y riesgo, y afirmaron que, en ese contexto, las redes sociales “complican el encuadre” porque “son incontrolables”.”
Riorda afirmó que la comunicación política en situaciones de crisis “trabaja sobre la incertidumbre” de la sociedad y dijo que busca “construir capacidades para aportar certezas respecto de escenarios futuros por venir”.
“En situaciones de riesgo también se trabaja sobre incertidumbre y tiene como objetivo alertar a la sociedad sobre vulnerabilidades, peligros o amenazas”, explicó y precisó que por eso “la gestión del riesgo es modificar hábitos o conductas para evitar esas amenazas”.
En ese sentido, sostuvo que “el problema, es que la gestión del riesgo requiere mucho más institucionalidad, más recursos, debe ser entendida como política pública” y afirmó que se debe llevar adelante “con sociedades estratégicas, particularmente con otros gobiernos, otras instituciones”.
“El riesgo debe plasmarse como un derecho ciudadano en tanto se produzca una construcción social, lo cual implica un percepción social del riesgo”, explicó.
El politólogo consideró que la gestión de la comunicación de la crisis otorga “certidumbre hacia adelante e implica la posibilidades de pensar reformas cuando se sale adecuadamente” de esos contextos.
“La gestión del riesgo no tiene que ver con esos escenarios futuros, sino con generar una cultura que haga la percepción de amenazas o vulnerabilidades para que no sucedan, o en caso de suceder, se sepa cómo actuar”, expresó.
Asimismo, consideró que la gestión de la comunicación en situaciones de crisis “casi siempre depende o apunta a recuperar poder o caudal político, mientras que la de riesgo básicamente apunta a dotar de capacidades sociales a la ciudadanía”.
Por otra parte, advirtió que “otro de los problemas fuertes” en la gestión de la comunicación política es el de la “mala praxis”, que definió como “una situación de fuerte pérdida de poder político, cuya respuesta política, cuyo proceso público de comunicación política no solo no omite la situación disruptiva sino que además agrega y la expande”.
En esos casos, explicó, “la comunicación política hace o permite o posibilita una especie de pose pública artificial de liderazgo, tratando de mostrar un poder que en realidad es lo que precisamente ha perdido y por eso se encuentra en crisis”.
Riorda mencionó, en ese sentido, las “crisis de confrontación que fueron las situaciones más importantes que motivaron la escritura de este libro, particularmente dadas en América Latina en 2019 y principios de 2020”.
“Así, por ejemplo, estéticamente es interesante ver al presidente de Chile, (Sebastián Piñera) al presidente de Ecuador (Lenin Moreno), al presidente de Colombia (Iván Duque) y a la presidenta de Bolivia (Jeanine Añez), en conferencias de prensa rodeados de fuerzas de seguridad y fuerzas de defensa, tratando de mostrar un poder que habían perdido y por eso estaban en crisis”, manifestó el experto.
Riorda también se refirió, en ese contexto, al rol de las redes sociales al sostener que “complican el encuadre” y manifestó que “uno de los hechos que rescatamos en el libro es lo que pasó con los toque de queda en Chile, por ejemplo”.
“Si bien el gobierno quería mostrar una situación de control a la vieja usanza, las redes expandieron los microepisodios de violencia a toda escala”, afirmó y dijo que “expandieron de modo inusitado más violencia y eso, lejos de pacificar los países o las ciudades, aumentaron los niveles de virulencia”.
En ese sentido, sostuvo que las redes sociales “han generado una posibilidad de aumento de la distorsión, del control de los encuadres, de la capacidad de agenda” y opinó que “son literalmente incontrolables, descontroladas en cualquier proceso de crisis de alta intensidad”.
Bentolila contó que el libro fue escrito antes de la pandemia de coronavirus y sostuvo que “la pandemia lo pone tan en evidencia”, porque “cuando uno comprende el modo en que las personas y las sociedades reaccionamos frente a las situaciones críticas, comprende cómo se tiene que gestionar también a nivel político una situación crítica”.
“Si uno comprende cómo reaccionan las personas, comprende cómo tiene que intervenir para lo que se llama el cambio de conducta”, advirtió y manifestó que “hay que tener en claro a quién va dirigido cuando uno va a producir un mensaje”.
En ese sentido, expresó que el mensaje “en el caso de la pandemia, va dirigido a la comunidad toda” y dijo que “en la pandemia tenemos varios problemas”, porque “parece que el mundo viviera realidades paralelas”.
“Por un lado, tenemos los equipos de salud, que tienen una brutal claridad de lo que está pasando. el coronavirus no solo mata, sino que deja morbilidades”, afirmó.
“Hay otro grupo poblacional que o estuvo enfermo o se le murió alguien y entiende un poquito más de que va esto. Y otro grupo que parece que no hubiera entendido que estamos en un contexto critico y está viendo cómo hace para salir a pasear”, observó.
En ese sentido, Bentolila advirtió sobre el “nivel de inmadurez como comunidad que tenemos porque necesitamos que la medida comunicacional del Gobierno de Francia o Inglaterra den toque de queda para que la gente no salga a la calle”.
“O sea, qué incapacidad hay de los gestores para comunicar que la única que le queda es una medida autoritaria, se tiende a militarizar una respuesta de cuidado”, opinó y consideró que eso “habla indirectamente de un fracaso de la gestión, porque una gestión no implica militarizar una respuesta de cuidado”.
Bentolila dijo que “una respuesta de cuidado tendría que lograr que la comunidad se empodere, comprenda la situación y actúe en consecuencia del riesgo”, y agregó que “la comunicación para la gestión del riesgo implica que las personas comprendan cuál es el riesgo”.