El fútbol no perdona ni el error ni la falta de contundencia, bien lo sabe el Sevilla. El conjunto de Lopetegui tenía que remontar el 2-3 de la ida y saltó al
campo con actitud para lograrlo. Gracias a la presión alta, ahogó la salida del Dortmund, y fruto de su ambicioso plan, se instaló pronto en zonas peligrosas. A los dos minutos, un fallo de la zaga local concedió a Ocampos una ocasión que paró Hitz. Luego, Óscar, novedad en el once, estuvo cerca de rematar en otra acción cuando estaba en buena posición para ver puerta. Minutos después, Ocampos protagonizó una cabalgada para ceder a Suso y que este probara con un disparo desde fuera del área. No había suerte, pero parecía que el gol era cuestión de tiempo. Pero el fútbol tampoco entiende de merecimientos. Estaba el Dortmund defendiendo con diez en su área, agobiado por un Sevilla que sumaba ocasiones y que no sufría atrás, cuando entre Koundé y Suso, más el primero, cometieron un fallo en la salida de la pelota. La posesión cambió de bando y llegó a Reus, que apuró hasta línea de fondo para asistir a Haaland. El noruego, que no perdona ni media, remató a placer. Durísimo golpe para un Sevilla que no tuvo premio al buen juego desplegado en la primera mitad y que veía alejarse los cuartos de final. Justo antes del descanso, se reclamó una mano de Dahoud en el área; nada punible al tenerla pegada al cuerpo. Una secuencia difícil de creer La vuelta del descanso no pudo ser más frenética. Hubo de todo en apenas unos minutos. Empezó con una ocasión errada por Hazard y un penalti de Koundé que reclamó Haaland. El juego continuó y la pelota llegó de nuevo al noruego, que tiró una pared con un compañero y se adentró en el área, chocando con Fernando, para batir de nuevo a Bono. Una demostración de fuerza que, sin embargo, fue anulada por falta sobre el jugador del Sevilla, que acabó en el suelo. Pero en esa misma revisión del VAR, se determinó que aquel penalti de Koundé que Haaland había reclamado anteriormente sí era punible. La cosa no acabó ahí y lo que vino a continuación es difícil de creer. Otro gol visitante habría dejado la eliminatoria casi sentenciada, pero Bono se hizo grande, gigante, y paró el penalti a Haaland. También la segunda acción, esta con una maniobra excepcional. La euforia le llevó a festejar su intervención en el rostro de Haaland, pero el VAR revisó el penalti y vio que se había adelantado antes del disparo. Se tenía que repetir la pena máxima. Y esta vez, claro, Haaland no falló y le devolvió el festejo a Bono, lo que provocó el enfado del Sevilla, más por impotencia que otra cosa. El noruego lleva 10 goles en 6 partidos de Champions, cuatro de ellos en esta eliminatoria. El Sevilla no le perdió la cara al partido y murió peleando. En un centro al área, Emre Can empujó a De Jong y En-Nesyri ejecutó un penalti fabuloso. Poco después, Bono pudo resarcirse de la jugada del penalti con dos paradas de matrícula de honor. Y en el último minuto, de nuevo En-Nesyri, empató con un gran cabezazo. Restaban unos pocos segundos de máxima emoción sin éxito final. Un resultado, el empate, que aunque también elimina al Sevilla, era más justo que la derrota.
Fuente La Razon: