Pese a llevar casi cien días sin jugar debido al parón por la pandemia de coronavirus y su particular incidencia sobre el fútbol modesto, el FC Saarbrücken puede hacer hoy historia al
convertirse en el primer equipo de la cuarta división que llega a la final de la Copa de Alemania. Para lograrlo tendrá que superar al Bayer Leverkusen. La otra semifinal la disputarán el miércoles el Bayern Múnich y el Eintracht Fráncfort. La pandemia del coronavirus ha hecho que el duelo, ya desigual por sí mismo, se haga todavía más desigual por varios factores. Los enfrentamientos entre David y Goliath suelen ser parte del atractivo de las competiciones coperas. En Alemania la competición suele jugarse a partido único lo que aumenta la posibilidad de que haya sorpresas de parte de equipos que crecen por encima de sí mismos ante los grandes y apoyados por su propio público. Sin embargo, en esta ocasión el público será el gran ausente en el duelo del Saarbrücken como local ante el Leverkusen. A esa desventaja se agrega el que, mientras la Bundesliga lleva ya cuatro jornadas jugadas desde que volvió del parón forzado por la pandemia y el Leverkusen tiene ritmo de competición, la liga regional del suroeste, en la que es líder el Saarbrucken, está interrumpida. El Saarbrücken jugó su último partido a comienzos de marzo. Todo eso, además de la diferencia de categoría entre los dos equipos, hace que para el Leverkusen el pase a la final deba ser poco más que un trámite. Así, es de esperar que el entrenador del Leverkusen, Peter Bosz, no corra riesgos con su estrella Kai Havertz, que fue baja por problemas musculares en la derrota del sábado por 2-4 ante el Bayern. Pese a todo, Bosz avisa: «Le tenemos un gran respeto. Ha eliminado a dos Primeras (Fortuna Düsseldorf y Colonia) y dos Segundas (Jahn Regensburg y Karlsruher). Debemos ir al límite» Por su parte, Lukas Kwasniok, técnico del Saarbrücken asegura que «meternos en la final sería el mayor milagro desde la resurrección de Jesucristo».
Fuente La Razon: