El embargo de armas a Libia provoca peligrosos juegos de guerra en el Mediterráneo

El Mediterráneo central se está convirtiendo en teatro de escaramuzas militares ante los intentos europeos de hacer cumplir la resolución de Naciones Unidas que aprobó

un embargo de armas a las partes en conflicto en Libia. El último incidente, revelado por medios griegos, ocurrió el pasado miércoles. La Armada griega, participando en la operación europea ‘Irini’ encargada de aplicar ese embargo, detectó un carguero al suroeste de la isla de Creta mientras navegaba hacia Libia.

Una fragata griega, la ‘Spetsai’, era entonces el único buque militar europeo en la zona. Tras avisar a sus superiores, la fragata recibió la orden de enviar uno de sus helicópteros a comprobar qué llevaba el carguero, que resultó ser el ‘Cirkin’, un buque turco que navega bajo bandera de Tanzania.

Turquía es el principal apoyo externo del gobierno libio del primer ministro Fayez al Sarraj, el reconocido internacionalmente, que está haciendo frente a una ofensiva de las tropas del general Jalifa Haftar, apoyado por Rusia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. El papel de Turquía cambió la situación sobre el terreno porque permitió al ejecutivo libio sostener la presión militar. Tras pasar unos meses asediado por la ofensiva de Haftar, Al Sarraj consiguió cambiar la situación sobre el terreno gracias al apoyo turco con hombres y drones armados.

AFP

El ‘Cirkin’ había salido el día 2 de junio del puerto turco de Haydapasa, en el Bósforo, cerca de Estambul. La misión europea sospechaba que llevaba armas. No navegaba sólo. Para hacer aún más sospechosa su carga, el ‘Cirkin’ era escoltado por tres fragatas turcas.

El helicóptero del ‘Spetsai’ se acercó al carguero y contactó por radio, pero el buque turco siguió adelante. Respondieron las fragatas turcas para indicar al helicóptero griego que el carguero estaba bajo su protección y que no iba a detenerse. El helicóptero se retiró y volvió a su fragata, que se limitó a ver pasar al carguero, que llegó el jueves al puerto libio de Misrata.

La resolución de Naciones Unidas que impone el embargo de armas a Libia permite que la fragata griega hubiera forzado al carguero a detenerse, pero los griegos estaban solos contra tres fragatas turcas y decidieron no arriesgarse a un incidente armado. Las normas aprobadas por la Unión Europea para la misión ‘Irini’ prohíben que sus buques intercepten a cargueros que vayan escoltados por buques militares. Precisamente para evitar enfrentamientos militares.

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El ‘Spetsai’ es ahora mismo el único buque europeo para controlar toda la costa Libia e imponer el embargo de armas. El italiano ‘San Giorgio’, un portaaeronaves que será el buque al mando de la operación, debe unírsele en semanas. La misión cuenta por ahora con tres naves de vigilancia aérea: una alemana, una luxemburguesa y una polaca. Los medios militares que participan en la operación ‘Irini’ cuentan con el apoyo del Centro de Satélites de la Unión Europea (SatCen).

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La ‘Spetsai’ es una de las cuatro fragatas griegas de la clase Hydra, un buque de 117 metros de eslora que alcanza los 31 nudos. Lleva a bordo un equipo de operaciones especiales entrenado precisamente para la labor que tenía que haber hecho con el carguero turco de bandera tanzana: abordarlo y comprobar que su carga no era ilegal. Según el diario griego ‘Kathimerini’, que cita fuentes de la Defensa helena, la Armada turca tendría en la zona hasta ocho navíos militares. Supuestamente protegiendo sus envíos de armas a Libia, contrarios a las resoluciones de Naciones Unidas.

El incidente muestra otra vez la incapacidad europea para imponer el embargo de armas a Libia, encargo que aceptó de Naciones Unidas. ‘Irini’ es una misión naval con más aviones que barcos, que no pueden interceptar a buques escoltados por navíos militares y que está en inferioridad numérica.

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Fuentes diplomáticas en Bruselas reconocen que ‘Irini’ tiene menos buques de los necesarios porque muchos países europeos se niegan a poner sus buques en la zona porque estos tendrían que cumplir la ley del mar y rescatar a los refugiados que se encontraran en el mar. La misión, concede un diplomático comunitario, tiene los límites que le impusieron los Estados miembros.

El ‘canciller’ europeo Josep Borrell reconoció a principios de semana en un debate con eurodiputados que la UE “hace lo que puede”, que no es mucho, pero que “es mejor que nada”.

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