Alejado de la imagen penosa de Cornellá, el Atlético se viste de nuevo con las galas de la Liga. Se convierte en granito puro. Una roca frente a un Sevilla impotente para
derribar a Oblak, pese a dominar un partido de altura. El Atlético se escapa en la Liga. Poco o nada que añadir a las previsiones de los meteorólogos, que ya nunca se equivocan ni se apuestan el bigote como los antiguos. Frío siberiano en el Wanda, ambiente glacial a menos cinco grados durante el partido, Madrid en modo finlandés. El estadio del Atlético es una maravilla cinco estrellas también equipado para las bajas temperaturas, su calefacción radiante, agua a 30 grados circulando invisible bajo el césped. El Sevilla se acomoda en el Wanda al estilo Lopetegui, un entrenador con sello táctico y cierto discurso que no aprovecharon ni la selección ni el Real Madrid. Un equipo que presiona muy arriba, que busca y trata de encontrar, anclado a buenos futbolistas en un juego dinámico, ágil y casi siempre veloz. El Sevilla propone un partido de tú a tú al Atlético. La tropa de Simeone se ve obligada a gestionar con eficacia los conceptos defensivos, sean tres centrales o cuatro defensas según se mueva el acordeón del balón. Viene el duelo con hechuras de ser algo interesante, aunque no está Joao Félix, otra vez suplente para Simeone, aunque Nelson Vivas lo justifica por el golpe en el tobillo que se llevó en Cornellá. Su competencia, Correa, cambia la dinámica por un giro imprevisto. Recibe el cuero el argentino en la clásica internada de Trippier y en vez de combinar, dispara entre un bosque de piernas. El gol castiga con severidad al Sevilla, que está forzado a más posesión de balón y más expuesto a los contragolpes. Acuña no acierta con Oblak desubicado. Suárez remata con mucha idea y Bono estira el pie con grandes reflejos. El partido es un vaivén táctico, son equipos de autor, pero el Atlético lleva ventaja.<div style=”display: block; position: relative; max-width: 100%;”><div style=”padding-top: 56.25%;”><iframe src=”https://playerclipslaliga.tv/embed?media=3mnRyxOJ&user=5d4165e7ddb66776bb841408&playlist=false&autoplay=false&muted=true” allowfullscreen webkitallowfullscreen mozallowfullscreen style=”width: 100%; height: 100%; position: absolute; top: 0px; bottom: 0px; right: 0px; left: 0px;” frameborder=”0″ scrolling=”no”></iframe></div></div> Es el 1-0 de tantas tardes, el resultado santo y seña de Simeone. El Sevilla se adueña de la pelota, el Atlético defiende con ardor según los cánones del cholismo y emerge Koundé por encima de todos. Imponente el francés, tapando en defensa y abriendo huecos en ataque con un trato del balón de mediapunta, fino y potente a la vez. Los saques de esquina se suceden a favor de los andaluces y aquello suena a conocido. Pero en vez de sufrir, el Atlético descubre una solución. Es la conexión de Trippier con Marcos Llorente, balón al espacio, la carrera del exmadridista descolocando a los sevillistas, el pase atrás y el disparo raso, bien ajustado de un tipo que lo necesitaba. El gol de Saúl tiene aire de sentencia. Aunque el Sevilla no se rinde, los dos goles, los parones y los cambios terminan por descoser a un buen equipo que hizo todo por ganar en el Wanda.<div style=”display: block; position: relative; max-width: 100%;”><div style=”padding-top: 56.25%;”><iframe src=”https://playerclipslaliga.tv/embed?media=7h6AWSLa&user=5d4165e7ddb66776bb841408&playlist=false&autoplay=false&muted=true” allowfullscreen webkitallowfullscreen mozallowfullscreen style=”width: 100%; height: 100%; position: absolute; top: 0px; bottom: 0px; right: 0px; left: 0px;” frameborder=”0″ scrolling=”no”></iframe></div></div>
Fuente La Razon: