La agencia china de medios de comunicación, dependiente del gobierno de Xi Jinping, anunció este jueves la prohibición del servicio mundial de la cadena de noticias británica BBC por
“grave violación” de las directivas oficiales sobre la cobertura periodística de ese país.
Pese a que se trata de un conflicto entre China y Gran Bretaña, esta vez el desencadenante de la decisión del gobierno del país asiático fue un informe de la emisora británica que se emitió el 3 de febrero en el que se veían desgarradores testimonios de tortura y violencia sexual contra mujeres uigures en campos de detención chinos.
A raíz de ellos, el gobierno local, a través de la agencia que administra la prensa, la televisión y la radio, afirmó que el servicio de noticias de la emisora británica incumplió “la exigencia de que el periodismo sea veraz y justo” y además “no dañe los intereses nacionales de China”.
La determinación del organismo gubernamental, entonces, es la de no permitir “que la BBC continúe retransmitiendo en China” y no aceptará “la renovación de su permiso anual”, indicó el texto oficial.
De lado de la cadena británica, manifestaron estar “decepcionados” de que las autoridades chinas “hayan decidido tomar este camino”, según indicó una portavoz de la corporación.
“La BBC es la emisora mundial más fiable e informa en todo el mundo de manera justa, imparcial y sin miedo ni favoritismos”, añadió.
La sede de la BBC en Londres. Foto AFP.
El conflicto llegó a los oídos del gobierno de Gran Bretaña, que calificó la prohibición china de “atentado inaceptable contra la libertad de prensa”, según palabras del secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab.
“China tiene algunas de las restricciones más severas a las libertades de los medios de comunicación e Internet en todo el mundo, y este último paso solo dañará la reputación de China a los ojos del mundo”, tuiteó.
Este último episodio con la cadena británica es otro más de los tantos que protagonizaron los gobiernos de ambos países, hoy enfrentados, en los últimos meses.
La represión de China en la ex colonia británica de Hong Kong, la preocupación por la seguridad en torno a la tecnología de Huawei y el trato hacia los musulmanes de etnia uigur en la región china de Xinjiang son algunos de los casos en los que ambos tienen intereses particulares.
El jueves pasado, la británica Ofcom revocó la licencia de CGTN, el canal hermano en inglés de la emisora estatal china CCTV, luego de concluir que el gobernante Partido Comunista de China tenía la responsabilidad editorial final del canal. Pekín lo atribuyó a “maniobras políticas”.
En respuesta, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China acusó a la British Broadcasting Corp -responsable de la BBC- de promover “fake news” en su informe sobre el COVID-19, exigiendo una disculpa y diciendo que la emisora había politizado la pandemia y “refritado las teorías sobre el encubrimiento por parte de China”.
Con información de agencias.
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